Sabiduría e inteligencia
Sí, Dios nos ha colmado de sus bendiciones. Él nos ha dado a todos sabiduría y entendimiento. (Efesios 1, 8).
 
¿Qué son la sabiduría y el entendimiento?
La base de la sabiduría y la inteligencia es el conocimiento, es decir, una acumulación de información obtenida a través de la educación o la experiencia. Hay quienes confunden conocimiento, inteligencia y sabiduría. Piensan que el conocimiento conduce automáticamente a la inteligencia e incluso a la sabiduría. Pero para ser considerado inteligente no basta con acumular conocimientos; también hay que entenderlo y saber utilizarlo. Eso es inteligencia. La sabiduría va aún más lejos. Ser sabio significa tener discernimiento cuando y cómo aplicar el conocimiento que has adquirido, y ser capaz de transmitir tu conocimiento y discernimiento a los demás. La Palabra de Dios nos enseña que Dios puede y nos dará inteligencia y sabiduría PERO con el objetivo de conocerlo a él, el Dios vivo, de conocer su plan de salvación y las riquezas que tiene reservadas para nosotros (ver también Efesios 1, 17 a 20).
Acciones para convertir la sabiduría y la inteligencia en riquezas en tu vida:
- Oración: Gracias a Dios por la sabiduría y comprensión que ya te ha dado. Pídale que le muestre cómo usar el conocimiento que ha adquirido en la escuela bíblica, la iglesia, las conferencias y el estudio personal para su gloria. Pídele a Dios que aumente tu inteligencia para que puedas comprender mejor su Palabra y transmitir tus conocimientos a los demás.
- Lectura de la Biblia: Lee 1 Corintios 1, 18 al 25. Estas palabras del apóstol Pablo nos recuerdan que la sabiduría de Dios es diferente a la de nuestro mundo.
- reflexión personal: La inteligencia y la sabiduría son muy apreciadas y buscadas en nuestro mundo. Pero CUIDADO: no es lo mismo que con Dios. Examina tu corazón con la ayuda del Espíritu Santo para descubrir qué te motiva en tu búsqueda de ampliar tus conocimientos. Recuerda que Dios quiere que busques primero conocerlo.
- Hacia los demás: Reflexiona sobre lo que has aprendido en las últimas semanas en la iglesia o durante otras enseñanzas. Escriba una lección importante que haya marcado una diferencia en su vida y compártala con un familiar o amigo.